Hace un año leí este libro. La reflexión me acompañó todo este tiempo. Si bien es cierto que hace unos años Leemente tomaba polvo, este libro fue sin duda el que encendió de nuevo la llama de compartir lo mucho que amo los libros, porque igual seguía leyendo.
Sin quererlo, al empezar a pasar de páginas era como si volviese a revivir escena tras escena con los libros. Me di cuenta lo mucho que les debo. Lo mucho que me dieron. Y se los explico: si no hubiese conocido los libros, tal vez ahora mismo tendría otra profesión, no la de escribir. No sería periodista o redactora porque eso también es parte de mi historia con los libros.
La escritora, Susan Orlean, es periodista en Estados Unidos y el libro es definido como “no ficción” o “periodismo literario” pero para quien escribe, encasillar a la narración en un sólo género es de mala educación. Lo que importa es lo que te hace vivir, rememorar, descubrir, reflexionar.
Por mi parte, confirmé que sin la lectura, no tendría escritura. Así como Susan Orlean le da el crédito de su amor por los libros a su madre, yo también se lo debo a la mía. Que mientras aún me tenía en su panza ya me iba comprando libros de cuentos: los de tapa dura de cartón para los primeros años, luego los que vienen con sus cassettes para que los vayas escuchando y pasando página, para luego descubrir los libros sin dibujos, esos que tanto me intrigaban antes de aprender a leer.
Susan Orlean va narrando su historia con los libros al mismo tiempo que narra la de su hijo, la de su amor por las bibliotecas y cómo dieron con la historia del incendio en la Biblioteca Pública de Los Ángeles. ¿Sabían que se incendió la misma fecha que sucedió el accidente de Chernobyl? Por eso nadie la cubrió, si del otro lado del mundo parecía que todo se acaba.
Ese es su punto de partida. Que cuatrocientos mil libros fueron cenizas y otros setecientos mil quedaron irreparablemente dañados a causa de un incendio que ardió 7 horas y fue catalogado de perfecto. Un incendio perfecto es el que arde en las condiciones más favorables -sumamente complicado de alcanzarlas- y se vuelve azul transparente de la potencia.
La biblioteca permaneció siete años cerrada, 21.000 vecinos fueron voluntarios para cuidar y rescatar los libros y se perdieron más de 1 millón de libros y documentos. ¿Dónde guardaron todos eso libros? ¿Cómo se reconstruyó de vuelta la biblioteca? ¿Huelen hasta ahora los libros a quemado? ¿De qué sirven aún las bibliotecas hoy en día?
El incendio fue provocado. No se pudo condenar al culpable, era una época en la que no habían alarmas de incendios o puertas aislantes, pero Susan Orlean cuenta la historia del presunto propulsor del incendio mediante entrevistas a sus familiares, amigos, documentos policiales, un trabajo detectivesco de investigación.
El libro es apasionante, entre su historia, la del posible culpable, la cronología resumen de la biblioteca o lo que los libros nos cuentan de una cultura y lo importante que son, nos preguntamos ¿quién querría quemar libros? A lo Ray Bradbury. ¿Por qué Hittler quemaba libros? ¿Qué significan los libros y las bibliotecas? ¿Por qué importa la cultura?
Si ya amabas los libros, con este libro solamente terminarás extasiada/o. Si te gustaban pero no tanto, con este libro nunca más te separarás de ellos. Si aún no descubriste lo apasionante que pueden ser ¿qué estás esperando?
“Destruir libros es un modo de indicar que esa cultura ha dejado de existir, que su historia ha desaparecido, que la continuidad entre el pasado y el presente se ha roto”