Aza está en el último año del colegio. No tiene hermanos. Tiene una mejor amiga que la saca de su zona de seguridad constantemente. Vive con su madre. Ahora se embarcará en la resolución de un misterio que incluye a un amigo de la infancia. Y la mayor parte de las 24 horas del día que está despierta se siente presionada por sus pensamientos.
El nuevo libro de John Green, recién salido en noviembre del año pasado, nos trae una de las narraciones más personales para él -hasta la fecha- porque, aunque se trata de ficción, está inspirado en la lucha que tuvo durante gran parte de su adolescencia.
Quizás nunca hayamos dimensionado cómo sería sufrir TOC (Transtorno Obsesivo Compulsivo) pero resulta que la protagonista nos lo enseña clarísimo, al darnos acceso a todos sus pensamientos. Una espiral por la cual desciende sin poder detenerse, una y otra vez. Y aunque al comienzo es muy cómico, y durante la mayor parte del libro lo es, llega incluso a desesperar sentir lo que ella siente.
Es un viaje que se disfruta y una puerta de acceso a algo que no escuchamos a menudo. No creo que vuelva a hacer bromas con TOC hacía mí o los demás después de esto, pero si el objetivo era que se hable más de esto como una enfermedad mental, creo que el autor lo consiguió. Nada mejor que una inmersión lectora para tener empatía con ello.
Y que además deja algunas interrogantes de lo más existenciales, muy al estilo Green. Como que ‘pocas veces encontramos a alguien que vea el mismo mundo que estás viendo’, ‘creemos que somos el pintor pero a lo mejor somos el cuadro’ o ‘decimos que estamos bajo las estrellas cuando en realidad ellas nos rodean por todas partes’, entre otras.